Los trenes parados en estaciones vacías casi dando la medianoche,
el bostezo entre aburrido y dormido en una espera calmada,
el café inhóspito, a punto de cerrar entre tanquilo y con prisas,
la última hora que ni tan última que no se le puedan robar unos minutos,
la puntualidad respetuosa y cabal tan inusual por otro lado,
la resignación que no cambia el concepto de realidad tan propia,
la luna triste que se oculta y se niega a mostrarse,
la negación obligada a tener en cuenta más allá de toda duda,
la tontería que no se cura ni a la de tres,
la gente extravagante que se conoce algunas cenas y ni ganas de volverlas a ver...
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