Improvisar cuando no queda más opción,
contar con los amigos de siempre una vez mas,
pretender ser mas duro de lo habitual
y colgar una media sonrisa
de los labios por si las moscas.
Nada es lo que parece
y sigue doliendo más de lo habitual.
Así pasen veinte años.
Ni olvido, ni promesas rotas,
sólo la realidad golpeando con su mala leche
habitual
y tan cotidiana.
Improvisar, sonreír, caer de pie...
una lección por aprender
y el dolor que duele una vez más.
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